
El papa Francisco
dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles a la tutela del
medio ambiente, recordando que hoy se celebra el día mundial del Medio Ambiente
promovido por las Naciones Unidas. "Cuando hablamos de ambiente, de la
creación, pienso en las primeras páginas de la Biblia, en el Libro del Génesis,
donde se afirma que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra para que la
cultivaran y la cuidaran. Y me pregunto, -dijo el Papa a los fieles reunidos
esta mañana en la Plaza de San Pedro- ¿Qué significa cultivar y cuidar la
tierra?, ¿Estamos realmente cultivando y cuidando la creación?, ¿O la estamos
explotando y descuidando?".
"Cultivar y cuidar la creación -explicó el Papa- es una indicación de
Dios, dada no sólo al inicio de la historia, sino a cada uno de nosotros; es
parte de su proyecto; quiere decir hacer crecer el mundo con responsabilidad,
transformarlo para que sea un jardín, un lugar habitable para todos".
El Papa recordó las muchas veces que Benedicto XVI dijo que "este cometido
encomendado por Dios Creador requiere seguir el ritmo y la lógica de la
creación. Nosotros sin embargo nos dejamos llevar a menudo por la soberbia del
dominar, del poseer, del manipular, del explotar; no la "cuidamos",
no la respetamos, no la consideramos como un don gratuito que debemos cuidar.
Estamos perdiendo la actitud del asombro, de la contemplación, de la escucha de
la creación, y así no conseguimos ver lo que Benedicto XVI llama "el ritmo
de la historia de amor de Dios con el hombre". ¿Por qué sucede esto?, ¿Por
qué pensamos y vivimos horizontalmente?, nos hemos alejado de Dios, no vemos
sus señales".
"Pero cultivar y cuidar -destacó el Pontífice- no se refiere sólo a la
relación entre nosotros y el ambiente, entre el hombre y la creación, afecta
también a las relaciones humanas. Estamos viviendo un momento de crisis; lo
vemos en el ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. La persona humana
está en peligro: ¡He aquí la urgencia de la ecología humana! El peligro es
grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo
una cuestión de economía, sino de ética y antropología...dominan las dinámicas
de una economía y una riqueza carentes de ética”.
El Santo Padre, con palabras improvisadas añadió: "Lo que manda hoy no es
el hombre, es el dinero: ¡el dinero y la riqueza son los que mandan! Y Dios,
nuestro Padre, no ha dado el cometido de cuidar la tierra al dinero, sino a
nosotros: a los hombres y las mujeres. ¡Somos nosotros los que tenemos este
encargo! Sin embargo, los hombres y las mujeres son sacrificados a los ídolos de
la explotación y del consumo: es la cultura del descarte".
"Si una noche de invierno -continuó-, aquí en la calle Ottaviano por
ejemplo, muere una persona, eso no es noticia. Si en muchas partes del mundo
hay niños que no tienen nada para comer, eso no es noticia, ¡es una cosa
normal! !Esto no puede continuar así! Esto se convierte en una cosa normal: que
haya personas sin hogar que mueren de frío por la calle, no es noticia, pero
que la Bolsa de algunas ciudades baje diez puntos, es una tragedia. Así, las
personas son descartadas, como si fuéramos desperdicios".
"La vida humana, la persona, no se ve como un valor primario que respetar
y cuidar. Esta cultura del descarte nos ha convertido en insensibles también
ante el derroche y el despilfarro alimentario. El consumismo nos induce a
acostumbrarnos a lo superficial, al derroche cotidiano de la comida a la que, a
veces, no somos capaces de dar el justo valor que va más allá de los meros
parámetros económicos. ¡Recordemos bien que los alimentos que tiramos a la
basura son como si se los robáramos al pobre de la mesa, al que pasa hambre!”
"Los invito a todos -finalizó- a reflexionar sobre el problema del
derroche de los alimentos. Comprometámonos todos seriamente a respetar y cuidar
la creación, cuidar de todas las personas, contrarrestar la cultura del
derroche y del descarte.
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Junio de 2013
Francisco: La Iglesia necesita más santos
y menos corruptos
Cada uno de
nosotros vive con pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que nos lleva a
Dios pasa por un amor que es exclusivo a Él, como Jesús nos lo enseñó. Lo
afirmó así este jueves el papa Francisco en la misa matutina de la Casa Santa
Marta. Concelebraron con el papa tres prelados: el arzobispo de Curitiba en
Brasil, m<onseñor José Vitti; y los obispos de Ibiza en España, monseñores
Juan Segura, y de Sagar en la India, monseñor Chirayath Anthony. Según informó
Radio Vaticana, también asistieron empleados de la Biblioteca Apostólica
Vaticana, acompañados por el viceprefecto Ambrogio Paizzoni, y un grupo de
personal de la Universidad Lateranense, acompañados por el vicerrector,
monseñor Patrick Valdrini.
Cuando el escriba se acercó a Jesús para preguntarle lo que, según él, es
"el primero de todos los mandamientos" es probable que su intención
no fuera tan inocente. Es así como el papa Francisco inicia la homilía
evaluando el comportamiento del hombre que, en la narración evangélica de la
liturgia de hoy, se dirige a Cristo dando la impresión de "ponerlo a
prueba", si no es de "hacerlo caer en la trampa".
Y cuando -a la cita bíblica de Jesús: "Escucha, oh Israel. El Señor es
nuestro Dios, el Señor es uno"-, el escriba responde aprobando, el papa
llama la atención sobre el comentario de Cristo: "No estás lejos del reino
de Dios". En esencia, dice el papa Francisco, con el "no estás
lejos", Jesús quería decirle al escriba: "Sabes muy bien la
teoría", pero "todavía te falta una distancia hacia el Reino de
Dios", es decir, debes caminar para transformar en "realidad este
mandamiento ", ya que "la confesión de Dios" se hace en el
"camino de la vida".
Añadió el santo padre que "no basta decir: 'Pero yo creo en Dios, Dios es
el único Dios'. Está bien, pero ¿cómo vives este camino de vida? Porque podemos
decir: 'El Señor es el único Dios, solamente, no hay otro', pero a la vez vivir
como si Él no fuera el único Dios y tener otras deidades a nuestra disposición.
Es el peligro de la idolatría: la idolatría que llega a nosotros con el
espíritu del mundo. Y Jesús, en esto, era claro: el espíritu del mundo, no. Y
en la última Cena Jesús pide al Padre que nos defienda del espíritu del mundo,
porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría".
"La idolatría -continúa el papa Francisco-, es sutil", todos nosotros
"tenemos nuestros ídolos ocultos" y "el camino de la vida para
llegar, para no estar lejos del Reino de Dios", implica "descubrir
los ídolos ocultos". Un comportamiento que ya se encuentra en la Biblia
-recuerda-, se lee en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge no
tener consigo ídolos, los cuales ha llevado de la casa de su padre y los ha
escondido detrás de su caballo. También nosotros, dijo Francisco, "lo
hemos escondido en un caballo, pero tenemos que buscarlo y debemos
destruirlo", porque la única manera de seguir a Dios es la de un amor
basado en la "lealtad".
Ahuyentar los ídolos
"Y la lealtad --prosiguió--, nos pide que ahuyentemos los ídolos,
descubrirlos: están ocultos en nuestra personalidad, en nuestra forma de vida.
Pero estos ídolos ocultos hacen que no seamos fieles en el amor. El apóstol
Santiago, cuando dice: 'Quien es amigo del mundo, es enemigo de Dios', comienza
diciendo: '¡Ustedes adúlteros!'. Nos reprocha, pero con el adjetivo:
¡adúlteros! ¿Por qué? Porque quien es "amigo" del mundo es un
idólatra, ¡no es fiel al amor de Dios! El camino para no estar lejos, para
avanzar en el Reino de Dios, es un camino de lealtad que se asemeja a la del
amor conyugal".
Mientras que "con las pequeñas idolatrías que tenemos", ¿cómo es
posible -concluye el Papa-, no ser fiel "a un amor tan grande?". Para
ello, es necesario confiar en Cristo, que es "fidelidad plena" y que
"nos ama tanto".
"Podemos preguntarle ahora a Jesús: 'Señor, tú que eres tan bueno,
enséñame el camino para estar cada día menos lejos del Reino de Dios, aquella
manera para ahuyentar todos los ídolos'. Es difícil, pero tenemos que
empezar... Los ídolos ocultos en los muchos caballos que tenemos en nuestra
personalidad, en nuestra forma de vida: mandar lejos el ídolo de lo mundano,
que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios. Pidamos esta gracia en Jesús,
hoy."+
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Junio de 2013
Francisco: La Iglesia necesita más santos
y menos corruptos
Ciudad del Vaticano (AICA): Pecadores,
corruptos y santos. Sobre esto ha centrado hoy lunes el papa la homilía de la
misa en la capilla de la Casa Santa Marta. Francisco señaló que los corruptos
hacen mucho daño a la Iglesia porque son adoradores de sí mismos; en cambio los
santos hacen mucho bien, son la luz en la Iglesia. En la misa, concelebrada con
el cardenal Angelo Amato, participó un grupo de presbíteros y colaboradores de
la Congregación para las Causas de los Santos y un grupo de Caballeros de Su
Santidad.
En la misa, concelebrada con el cardenal Angelo Amato, participó un grupo de
presbíteros y colaboradores de la Congregación para las Causas de los Santos y
un grupo de Caballeros de Su Santidad.
¿Qué pasa cuando queremos llegar a ser los dueños de la viña? El santo padre ha
desarrollado su homilía desde el evangelio de hoy, que habla de la parábola de
los viñadores malvados, y se ha detenido en "tres modelos de cristianos en
la Iglesia: los pecadores, los corruptos y los santos".
El Papa explicó que de los pecadores no se necesita hablar mucho, porque todos
lo somos". Nos conocemos "desde dentro y sabemos lo que es un
pecador. Y si uno de nosotros no se siente así, vaya a una visita al médico
espiritual", porque "algo está mal".
La parábola, sin embargo, nos habla de otra figura, la de los que quieren
"tomar posesión de la viña y han perdido la relación con el Dueño de la
viña". Un Dueño que "nos ha llamado con amor, nos protege, pero luego
nos da la libertad". Estas personas "sienten que son fuertes, se
sienten autónomos ante Dios".
"Éstos, lentamente, se mueven en esa autonomía, la autonomía en su
relación con Dios: "No necesitamos de aquel Dueño, ¡Que no venga a
molestarnos! Y seguimos adelante con esto. ¡Estos son los corruptos! Los que
eran pecadores como todos nosotros, pero que han dado un paso hacia adelante,
como si se hubieran consolidado en su pecado: ¡no necesitan a Dios! Esto
parece, porque en su código genético tienen esta relación con Dios. Y como
aquello no se puede negar, hacen un dios especial: ellos mismos son dios. Son
corruptos".
Esto, agregó, "es un peligro también para nosotros." En las
"comunidades cristianas", prosiguió, los corruptos solo piensan en su
propio grupo: "Bien, bien. Es uno de nosotros" --piensan--, pero en
realidad, "son para sí mismos".
"Judas comenzó de pecador avaro y terminó en la corrupción. Es un camino
peligroso el camino de la autonomía: los corruptos son grandes olvidadizos, han
olvidado este amor con que el Señor ha hecho la viña, ¡los hizo a ellos! ¡Han
roto con este amor! Y se convierten en adoradores de sí mismos. ¡Cuánto mal
hacen los corruptos en la comunidad cristiana! Que el Señor nos libre de
transitar por el camino de la corrupción".
Necesitamos santos
El papa habló también de los santos, recordando que hoy es el quincuagésimo
aniversario de la muerte del papa Juan XXIII, "un modelo de
santidad". En el evangelio de hoy, agregó, los santos son los que
"van a buscar el alquiler" de la viña. "Ellos saben lo que les
espera, pero tienen que hacerlo y cumplen con su deber".
"Los santos, los que obedecen al Señor, los que adoran al Señor, son los
que no han perdido el recuerdo del amor con que el Señor ha hecho la viña. Son
los santos en la Iglesia. Y así como los corruptos hacen tanto daño a la
Iglesia, los santos hacen tanto bien. De los corruptos, el apóstol Juan dice
que son el anticristo, que están en medio de nosotros, pero no son de de los
nuestros. De los santos la Palabra de Dios nos habla como de luz, 'los que
estarán ante el trono de Dios en adoración'. Pidamos hoy al Señor la gracia de
sentirnos pecadores, no pecadores de tipo genérico, sino pecadores por esto,
esto y aquello, concreto, como concreto es el pecado. La gracia de no caer en
la corrupción: ¡pecadores sí, corruptos no! Y la gracia de ir por el camino de
la santidad".+
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Junio de 2013
El papa Francisco en una visión de su
confesor
A través de un
portal croata se conoció en Buenos Aires una carta que el sacerdote franciscano
Fray Berislao Ostojic OFM, confesor en la Argentina del cardenal Jorge Mario
Bergoglio, envió a su hermano Mario Marcos que vive en Zagreb, Croacia, en la
que ofrece una visión particular del papa Francisco. Entre otras cosas, dice
que los medios de comunicación del mundo “cantan loas al nuevo Papa”, sin
embargo recomienda “evitar la telaraña de entusiasmos ingenuos”, ya que “la
experiencia nos enseña que, con frecuencia, quienes hoy exaltan, mañana, por
razones ideológicas, de buenas a primeras se ubican en la vereda opuesta”.
Entre otras cosas, fray Berislao dice que los medios de comunicación del mundo
“cantan loas al nuevo Papa”, sin embargo recomienda “evitar la telaraña de
entusiasmos ingenuos”, ya que “la experiencia nos enseña que, con frecuencia,
quienes hoy exaltan, mañana, por razones ideológicas, de buenas a primeras se
ubican en la vereda opuesta”. Y agrega: “Basta pensar qué sucederá cuando el
Santo Padre reafirme el valor de toda vida humana y pronuncie un claro NO al
aborto, y qué se dirá cuando ratifique el matrimonio entre un varón y una
mujer”, y muchas otras cuestiones sensibles. Entonces “muchos entusiastas
superficiales cambiarán de vereda, y le harán sentir el peso de la cruz que no
se negocia en desmedro de la verdad del Evangelio”.
En otro párrafo se refiere a su permanente pedido: “Rece por mí” y recuerda que
hace poco pidió “Recen por mí, para que no me la crea”. En esta sencilla
petición, dice el padre Ostojic, “se contiene su concepto de la autoridad, que
es servicio. Y como tiene los pies sobre la tierra y no vive de ilusiones, sabe
muy bien que el tentador no duerme y que los tesoros de gracia se llevan en
vasos de barro. Esto es puro realismo humano y espiritual”.
Al plantearse de dónde le viene “la audacia de los gestos, la alegría del
servicio”, el fraile franciscano explica: “Desde mi percepción personal la cosa
me parece clara. La columna vertebral, desde la que se articulan los gestos y
las palabras, hay que buscarla y se la reconoce en su actitud orante, en la
capacidad de estar frente al Sagrario y abrevar en la intimidad con Cristo las
riquezas con las que Jesús llena los corazones que se le abren para que los
ilumine y los fortalezca”, y relata que en la homilía que Bergoglio pronunció
en la consagración del obispo de Azul, monseñor Salaberry, jesuita, al
referirse a las dificultades que se presentarían en la vida de obispo, “cuando
todo parece oscuro”, lo exhortaba: “Entonces, aprendé a pelarte las rodillas
ante el Sagrario. Él, Jesús, jamás defrauda”.
Texto de la carta enviada a su hermano el 25 de abril de 2013
Querido hermano, ¡Paz y bien! Te escribo para compartir con vos la profunda
alegría del don que el Señor le hizo a esta tierra que te vio nacer y que en el
papa Francisco, desde que yo lo conozco, tiene a un hijo suyo capaz de abrir
corazones, tender puentes y estrechar manos sin hacer acepciones espurias. Nada
de lo que yo pueda escribirte se inscribe en el afán por novedades
coyunturales.
En los primeros gestos y palabras del nuevo Obispo de Roma, tanto quienes
llenaban la plaza de San Pedro como quienes seguían el acontecimiento por los
medios de comunicación, pudimos ver, apreciar y también gustar el mensaje de un
hombre sencillo y entregado al querer de Dios.
Creo que la presentación del papa Francisco muestra que vive profundamente
enraizado en ese Jesús que, como a Pedro, le habrá susurrado en lo más íntimo
aquella pregunta “¿Me amas?”. Y la respuesta no se hizo esperar y todos pudimos
percibirlo.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles tenemos una pista por comprender:
“En mi primer libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que Jesús hizo y
enseñó, desde…” (Hechos 1,1).
El orden de los verbos, hacer y enseñar, no es casual, es más bien
profundamente significativo. Hasta la sabiduría popular hace dos referencias a
ese orden en dos frases: “a las palabras se las lleva el viento, los ejemplos
convencen” y “obras son amores, no buenas razones”.
Esta sencilla y descarnada introducción permite valorar la importancia de los
gestos con los que el papa Francisco sella y autentica la genuina raíz evangélica
de sus palabras.
Quienes hemos tenido algún trato y cercanía con quien hasta hace poco era
arzobispo de Buenos Aires, y en tantas ocasiones hemos escuchado y nos hemos
servido de sus homilías, no nos vimos demasiado sorprendidos por los gestos y
tampoco por su estilo llano, cordial y al mismo tiempo incisivo.
Es su manera de hablarle al corazón de la gente, sin distinciones espurias.
Es natural que muchos se pregunten por la raíz o por la columna vertebral de
este estilo que tanto cautiva, no solo a quienes están en la Plaza de San
Pedro, sino también a cuantos están siguiéndolo en los más variados rincones
del mundo.
Las opiniones abundarán. Los mismos medios de comunicación sencillos, como los
periódicos y revistas, o los más sofisticados, cantan loas al nuevo Papa y
dicen tantas cosas interesantes.
Sin embargo, aun cuando cabe apreciar la misión de los medios, también habrá
que evitar la telaraña de entusiasmos ingenuos.
La experiencia nos enseña que, con frecuencia, quienes hoy exaltan, mañana, por
razones ideológicas, de buenas a primeras se ubican en la vereda opuesta.
Basta pensar: ¿Qué sucederá cuando el Santo Padre reafirme el valor de toda
vida humana y pronuncie un claro NO al aborto? ¿Qué se dirá cuando ratifique el
matrimonio entre un varón y una mujer? Y muchas otras preguntas sensibles.
Entonces muchos entusiastas superficiales cambiarán de vereda, y le harán
sentir el peso de la cruz que no se negocia en desmedro de la verdad del
Evangelio.
Estoy profundamente convencido de que el papa Francisco vive con sereno gozo
las alegrías y que sabrá llevar la cruz. Y desde ella invitar a la esperanza
que no defrauda.
Quienes por algún motivo entran en contacto con él escucharán de sus labios
este pedido: “Rece por mí”.
También ya como Papa hace poquito pidió: “Recen por mí, para que no me la
crea”. En esta sencilla petición se contiene su concepto de la autoridad, que
es servicio. Y como tiene los pies sobre la tierra y no vive de ilusiones, sabe
muy bien que el tentador no duerme y que los tesoros de gracia se llevan en
vasos de barro. Esto es puro realismo humano y espiritual.
Vuelvo a la pregunta, a mi entender fundamental para entender cuanto hace y
dice el Papa: ¿De dónde le viene la audacia de los gestos, la alegría del
servicio?
Desde mi percepción personal la cosa me parece clara. La columna vertebral
desde la que se articulan los gestos y las palabras, hay que buscarla y se la
reconoce en su actitud orante, en la capacidad de estar frente al Sagrario y
abrevar en la intimidad con Cristo, las riquezas con las que Jesús llena los
corazones que se le abren para que los ilumine y los fortalezca.
Recuerdo que en la ordenación episcopal del obispo de Azul, Mons. Salaberry,
también jesuita, en la homilía, refiriéndose a las dificultades, cuando todo
parece oscuro, Bergoglio lo exhortaba: “Entonces, aprendé a pelarte las
rodillas ante el Sagrario. Él, Jesús, jamás defrauda”.
La sencillez en el trato, la apertura del corazón, el entusiasmo por llevar el
Evangelio a todos, el amor y la ternura por los más débiles, no son riquezas
que caen del cielo, se adquieren en la intimidad con Jesús, el único Maestro.
El gesto de pedir que oren por él para que, antes de bendecir él mismo al
pueblo, éste implore la bendición para el pastor, no se improvisa. La fuerza
del gesto se percibió en el silencio orante que unió, en Cristo, el corazón de
los fieles y el del Pastor. Todos pudimos palpar la fecundidad de sabernos
miembros vivos de la Iglesia.
Esto de pedir “rece y recen por mí” se da cada vez que despide a alguno con
quien se encontró por alguna razón.
Otro gesto que, para mí, lo pinta de cuerpo entero, es su visita a los presos
el día Jueves Santo. Así manifestó que su cercanía a los pobres, que aquí en
Buenos Aires fue parte viva de sus preocupaciones pastorales, se mantendrá
también en Roma.
Claro, como obispo de Roma, todo lo que haga y diga tiene más repercusión por
razones fáciles de entender.
Le es muy caro, y lo manifestará con insistencia, el tema de la ternura y de la
misericordia de Dios.
Habrá, sin ninguna duda, muchas más expresiones semejantes a las que todos
conocemos. “Dios no se cansa nunca de perdonar, pero nosotros nos cansamos a
veces de pedir perdón”.
Este es el papa Francisco que yo conozco. Estoy seguro de que, aún cuando sus
nuevas y más amplias obligaciones le impongan cambios en algunas formas, en lo
esencial seguirá siendo el mismo.
Él es un enamorado de Cristo y en Cristo ama a todos los hombres. Cuando ya no
ocupe las primeras páginas de los periódicos, él seguirá dando testimonio
creíble y coherente de Jesús.
Nos toca a nosotros orar por él, ser fieles a su Magisterio y, dentro de
nuestras posibilidades, colaborar en llevar la semilla del Evangelio al mundo
de hoy.
Cada uno de nosotros cabe en algún lugarcito del corazón del papa Francisco.
Que él también tenga, junto con Jesús, un lugarcito en nuestros corazones Si
eligió el nombre de Francisco, para decirlo con una expresión simple, es porque
sin dejar de ser un auténtico jesuita, tiene un corazón franciscano. El
Espíritu Santo lo guiará y nuestras oraciones lo sostendrán en su misión de
Padre y de Pastor.
Espero no haberte cansado. Que el Señor te bendiga y la Virgen te proteja. Paz
y Bien. Te saludo con afecto. Fra Berislav Ostojic.
Hurligham (Buenos Aires), 25 de abril de 2013.
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